miércoles, 6 de junio de 2007

LA LUZ PRODIGIOSA

La luz prodigiosa / Fernando Marías. -- Barcelona: Destino, 2003.

¿Murió García Lorca realmente en 1936? Lo único cierto es que jamás se encontraron sus restos, que sólo conocemos lo sucedido de forma fragmentaria y que aún faltan muchas piezas que juntar en este siniestro rompecabezas. La respuesta se va desgranando poco a poco en boca de un viejo vagabundo y borracho, el mismo que hace cincuenta años encontró por casualidad a un joven moribundo tirado al borde de un camino y, sin conocer su identidad, le salvó la vida. ¿Qué fue a partir de entonces de aquel joven? ¿De qué manera sobrevivió a la guerra? ¿Por qué estos hechos quedaron olvidados hasta hoy?
Cuando lo acosté en la cama observé que la cicatriz de la sien, descubierta ahora por el corte de pelo, seguía siendo perfectamente visible. No pude evitar extender mi mano y rozar la vieja herida con las yemas de los dedos con suavidad, acariciandola casi. Cuando lo hice, él se recostó en la palma de mi mano como si quisiera dormir en ella para siempre y olvidar así ese profundo cansancio que ahora expresaban sus ojos [...] Era un cansancio más moral que físico, un cansancio de años de deambular [...] Un cansancio del que no podía recordar que hubiera tenido un principio ni esperar que algún día tuviese final.