jueves, 16 de noviembre de 2017

Cuando volvamos a casa / Nuria Gago


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GAGO, N. Cuando volvamos a casa. Barcelona: Planeta, 2015

Núria Gago nos sorprende con una novela diferente, llena de sensibilidad y emociones, en la que los personajes nos hablan directamente al corazón.
Una ciudad cualquiera, un mes cualquiera.Paula intenta hacerse cargo de su vida, pero eso no es tarea fácil cuando el miedo te tiene agarrada de la mano. Por suerte siempre puede escuchar a Oceanne y cuenta con la ayuda de Manu, que, a pesar de vivir enfadado con el mundo, siempre tiene un hueco en su cama para ella, y también cuenta con Sergio, aunque suficiente trabajo tiene el pobre decidiendo qué hacer con su vida.Susana lleva años conviviendo con una bomba de relojería en su interior, una bomba que estalla en plena cara de Roberto, que intenta entender desesperadamente qué le ocurre a la mujer a la que ama.Álvaro lleva años cerrado al amor, cerrado a que le quieran, a modo de auto-castigo, pero Raquel va a intentar que eso cambie.Laura, separada del padre de su hija, espera un final feliz, mientras que Marc espera no haber jugado demasiado con fuego.Natalia ha puesto un músico en su vida, pero parece que ni por esas escucha los violines.Y Salva... A Salva le bastaría con poder viajar en el tiempo, pero esta no es una novela de ciencia ficción. Aquí, me temo, se habla de amor.

- Venga, elige ciudad.
- Dublín.
- Perfecto, ponte el cinturón.
Paula se ata al asiento y empieza a mirar por la ventana mientras le describe a Pablo cómo es Dublín a las siete de la tarde, la luz que la riega, el olor de las calles. Ella nunca ha estado allí físicamente, en su cabeza, mil veces, y en todas las ocasiones, con Pablo, así es el juego. Elegir ciudad, soñar el trayecto y planear la estancia allí. Era algo muy habitual. Se habrán recorrido toda Europa y parte de América del Sur de ese modo. Pero no hay fotos, no hay suvenires en una estantería, no hay billetes de avión. Sólo dos cabezas y dos corazones gigantes.
- Hemos llegado.
***
Tres mensajes vibran en su teléfono. [...] El segundo es de Pablo, lo mandó ayer a las doce menos cuarto de la noche: "Por favor, Paula, pídele a tu olor que me deje tranquilo y que se baje de mi coche". El corazón vuelve a latir. 
***