martes, 14 de octubre de 2008

La noche detenida / Javier Reverte

La noche detenida / Javier Reverte. - Barcelona: Plaza & Janés, 2002

"La noche detenida", novela que ha obtenido el I premio de novela Ciudad de Torrevieja, es una narración que transcurre en los territorios del amor y de la guerra, durante los días del comienzo del cerco de Sarajevo. Javier Reverte viajó a la ciudad asediada en 1992 para escribir una serie de reportajes, y de aquellas vivas y trágicas experiencias ha surgido años después este libro de ficción, que marcha a caballo entre la realidad y la imaginación. Como el propio autor señala en el prólogo de esta novela, "a veces, para aproximarse mejor a la verdad, es necesario recurrir a la ficción".

"La noche detenida" es una novela contada con sencillez que esconde al tiempo un complejo fondo de perplejidades humanas. Es la historia de un periodista que viaja a la ciudad para informar sobre la guerra y encuentra un amor apasionado y único en los escenarios del dolor y de la muerte.

Impregnada de una honda poesía y en el mejor estilo de su autor, "La noche detenida" es una historia que emocionará, que llegará hasta el corazón de quien la lea y que nos impulsará a reflexionar sobre los lados oscuros, y también los más nobles, del alma humana.

Ahora, cuando escribo esta historia, en el otoño de París, varios otoños después de los días de Sarajevo, pienso que hay algo inaprensible que une a la guerra y al amor, porque la promesa de la eternidad de la vida camina siempre al lado de la presencia pavorosa de la muerte. Hay algo que los iguala, quizá porque el amor y la guerra se deslizan sobre un hilo invisible que puede llevar a la caída. No hay victorias en las guerras, sino un puñado de derrotas a compartir; no hay héroes, sólo víctimas, incluidos aquellos que sobreviven y también los que escriben y hablan sobre ellas. ¿Y el amor? Si esperas mucho de ello, puedes encontrar que, tiempo después, todo cuanto queda entre tus dedos es apenas un pedazo de la nada.
[...]
- Hace tiempo que aprendí que en las guerras no hay valientes. Sólo gente que sufre y gente que muere. Y todos ellos pierden: unos la dignidad y otros la vida.

martes, 7 de octubre de 2008

El baile / Irène Némirovsky

El baile / Irène Némirovsky. -- Barcelona : Salamandra, 2006
Con veintisiete años de edad, Némirovsky saltó a la fama con esta breve
joya literaria sobre la venganza de una adolescente, editada en
Francia en 1930 y traducida al castellano en 1986. Instalados en un lujoso piso de París, los Kampf poseen todo lo que el dinero puede comprar, excepto lo más difícil: el reconocimiento de la alta sociedad francesa. Así pues, con el propósito de obtener el codiciado premio, preparan un gran baile para doscientos invitados, un magno acontecimiento social que para el señor y la señora Kampf
supondrá, respectivamente, una excelente inversión y la soñada apoteosis mundana.Pero en casa de los Kampf no todos comparten el mismo entusiasmo. Herida en su orgullo por la prohibición materna de asistir al ágape, Antoinette, de catorce años, observa con amargura los agitados preparativos del baile y siente que ha llegado la ocasión
de enfrentarse a su madre, afirmarse a sí misma y realizar su propia entrada en la edad adulta. Con un breve gesto, tan impulsivo como espontáneo, provoca una situación absurda que culminará en un final dramático y revelador.
Dotada de una afilada percepción psicológica, Némirovsky condensa en pocas páginas una historia donde la difícil relación madre-hija y el ansia de reconocimiento social se funden con la pasión por la vida y la búsqueda de la felicidad. Una obra indispensable de uno de los grandes escritores del siglo XX.

-Si te preguntan alguna cosa, Antoinette, dirás que vivíamos en el Midi todo el año. No es necesario que especifiques si era Cannes o Niza, di solamente el Midi... a menos que te lo pregunten; entonces, es mejor que digas Cannes, es más distinguido...
[...]
La esclavitud, la prisión, repetir día tras día los mismos gestos a las mismas horas... Levantarse, vestirse... los vestidos oscuros, los gruesos botines, las medias de canalé, adrede, adrede ataviada como una criada, para que nadie en la calle siga con la mirada, siquiera un momento, a esa chiquilla insignificante...

El secreto del orfebre / Elia Barceló

El secreto del orfebre / Elia Barceló. -- Madrid : Lengua de trapo, 2003.

Tan breve como intensa, tan fácil de leer como difícil de olvidar, tan sencilla en sus recursos como inquietante en el recuerdo, es esta una novela de amor. Uno de esos raros ejemplos en los que la literatura se lanza sin miedo a abordar los temas eternos, y lo hace para que nos planteemos cuestiones fundamentales: ¿es el tiempo más fuerte que el amor?, ¿de qué forma perdura la belleza?, ¿es el cuerpo un mapa del deseo con fecha de caducidad?, ¿puede el deseo alterar la realidad? La nostalgia, el sexo, la pasión, la identidad..., nos hallamos ante una obra que abordando los sentimientos en profundidad, sabe ser rigurosamente nueva: una bellísima historia del fin del milenio sobre la imposibilidad del amor. Simplemente hay que abrir el libro y comenzar a leer.

Mi madre desapareció en la casa y yo tuve que apoyarme en la pared durante unos momentos, mientras los ojos se me llenaban de lágrimas y el pecho se me apretaba cortándome la respiración. Si aquello era un sueño, estaba resultando condenadamente exacto. Aquella muchacha era mi madre hacía cuarenta y siete años. Mi madre de veintidós años, joven, fresca, tan bonita como en las fotos antiguas, pero a todo color y en movimiento, con una voz cristalina que ahora me traía recuerdos de mi primera infancia, de las nanas que me cantaba antes de dormir. Me pasé el pañuelo por los ojos, por la frente que se me había cubierto de sudor, a pesar del fresco de la mañana, y pensé por un instante llamar a la puerta con cualquier excusa y hablar con ella de nuevo, bañarme los ojos en su presencia, en su sonrisa, cogerle la mano quizá. Pero sabía que era una locura. En aquel sueño, o lo que fuera, yo era un perfecto desconocido, veinte años mayor que ella. Yo estaría todo el tiempo deseando abrazarla, deseando contarle lo que me había sucedido, lo que nos había sucedido, y ella miraría a todas partes con ojos asustados creyéndome un loco escapado del manicomio.