miércoles, 26 de septiembre de 2012

Arrugas / Paco Roca

ROCA, P. Arrugas. Bilbao: Astiberri, 2009

Emilio, un antiguo ejecutivo bancario, es internado en una residencia de ancianos por su familia tras sufrir una nueva crisis de Alzheimer. Allí, aprende a convivir con sus nuevos compañeros –cada uno con un cuadro “clínico” y un carácter bien distintos– y los cuidadores que les atienden. Emilio se adentra en una rutina diaria de cadencia morosa con horarios prefijados –la toma de los medicamentos, la siesta, las comidas, la gimnasia, la vuelta a la cama…– y en su pulso con la enfermedad para intentar mantener la memoria y evitar ser trasladado a la última planta, la de los impedidos, cuenta con la ayuda de Ernesto, su compañero de habitación…

- ¿Ves esos de ahi? ¿Cuál dirías tú que es la relación que les une? [se ve una pareja sentada en un sofá dormidos, ella apoya la cabeza sobre el hombro de él y un hombre sentado enfrente mirándolos atentamente]
- Bueno, está bastante claro, los que están juntos  son marido y mujer y el que los mira debe ser familiar que ha venido de visita. 
- ¡Ja, ja, ja...! La vejez es una broma pesada. El que los observa es el marido de la anciana. Todos los días, perfumado y con la ropa bien planchada viene a verla, pero ella ya no le reconoce. Jamás le da un beso ni un gesto de carino hacia él. Nada que deje ver el recuerdo de toda una vida juntos... Para ella su marido es el otro anciano que conoció en la residencia. Y, a veces, se tocan como dos quinceañeros mientras el marido los observa con resignación.
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- Vamos, te enseñaré la biblioteca.
- ¿Es también una sala llena de ancianos durmiendo?
- ¿Quién te la ha enseñado?
- Me la imagino.
- Si, es verdad, no vale la pena verla.

lunes, 24 de septiembre de 2012

El abuelo que saltó por la ventana y se largó / Jonas Jonasson

JONASSON, J. El abuelo que saltó por la ventana y se largo. Barcelona: Salamandra, 2012.
Momentos antes de que empiece la pomposa celebración de su centésimo cumpleaños, Alian Karlsson decide que nada de eso va con él. Vestido con su mejor traje y unas pantuflas, se encarama a una ventana y se fuga de la residencia de ancianos en la que vive, dejando plantados al alcalde y a la prensa local. Sin saber adonde ir, se encamina a la estación de autobuses. Allí, mientras espera la llegada del primer autobús, un joven le pide que vigile su maleta, con la mala fortuna de que el autobús llega antes de que el joven regrese y Alian se sube sin pensarlo dos veces, con la maleta ajena a rastras. Aún no sabe que el joven es un criminal sin escrúpulos y que la misteriosa maleta contiene cincuenta millones de coronas. Pero Alian Karlsson no es un abuelo centenario cualquiera... y en poco tiempo, tras una alocada aventura, pone todo el país patas arriba. Jonasson urde una historia extremadamente audaz y compleja, capaz de sorprender constantemente al lector, pero el verdadero regalo es su personaje protagonista, Alian Karlsson, un hombre de un maravilloso sentido común, con todo un siglo a sus espaldas, que no teme a la muerte, ¡ni al crimen! Un anciano centenano que no está dispuesto a renunciar al placer de estar vivo.

Allan relfexionó. Por un lado, no estaba interesado en ninguna revolucion, fuese española o de cualquier otra índole; como era sabido, cualquier revolución llevaba a otra de signo contrario. Por el otro lado, España estaba en el extranjero, como todos los países salvo Suecia, y puesto que llevaba toda la vida leyendo sobre el extranjero, a lo mejor no era tan mala idea experimentarlo alguna vez. Quizá en el camino incluso se encontraran con un negro o dos, quién sabe.
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-No eres lerdo -protestó Allan-. Bueno, tal vez un poco, pero en este caso tienes toda la razón. Y cuanto más lo pienso, más me convenzo de que deberíamos dejarlo tal como está, porque, verás, será como tenga que ser, porque es como suele ser. De hecho, casi siempre es así.
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... en ese momento no había nada que deseara más en el mundo que degustar un cóctel con sombrilla bajo un parasol en una playa paradisíaca. Además, Gäddan sabía que Allan compartía esa debilidad suya por las vacaciones de ensueño.
-Aunque sin sombrillitas en el cóctel -puntualizó el anciano.
Julius dijo que estaba de acuerdo en que proteger un cóctel de las inclemencias del tiempo no se encontraba entre las necesidades básicas de la vida, sobre todo si estabas bajo una sombrilla y el sol brillaba en un cielo azul y despejado.
 

domingo, 16 de septiembre de 2012

Ni rabietas ni conflictos / Rosa Jové

JOVÉ, R. Ni rabietas ni conflictos. Madrid: La esfera de los libros, 2011
Cuando un niño está enojado o irritable, lo que busca es satisfacer sus necesidades no cubiertas. Esas rabietas que a tantos padres desesperan no son sino las ideas propias del niño enfrentadas a los deseos de sus padres: no entiende lo que pasa, se ofusca y estalla emocionalmente. Conforme crece, estas rabietas se pasan pero los conflictos familiares siguen formando parte de la convivencia.
Para Rosa Jové, con estas reacciones un niño camina hacia su independencia y la defensa de sus propias ideas. Se trata de una etapa que es preciso pasar y que los padres deben aceptar y entender, sin recurrir a los castigos, porque de lo contrario contribuirán a hacer crónico un problema que tiene fecha de caducidad.
La autora de Dormir sin lágrimas y La crianza feliz -ambos publicados con mucho éxito por esta editorial- va más allá y nos ofrece también soluciones definitivas para los problemas de comportamiento hasta los 12 años. Y defiende, con sólidos argumentos, la idea que transmiten estas palabras: «Quiéreme cuando menos me lo merezca porque será cuando más lo necesite».

 La clave de la felicidad adulta está en nuestros recuerdos infantiles: que su hijo sólo recuerde buenos momentos.
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Una rabieta no es nada más que un deseo del niño enfrentado al deseo de los padres. Es una idea propia de un niño enfrentada a la idea qe tiene el padre sobre cómo hay que hacer aquello [...] La etapa de las rabietas es buena, ya que el hecho de que tenga ideas diferentes a sus padres es una cosa deseable que permite el debate sobre un tema y el aprendizaje de lo que es más correcto [...] Todo niño debe pasar por esta etapa, porque eso quiere decir que tiene ideas propias que defender.
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Hay muchas formas de hacer prevención: comprendiendo que el niño tiene sus razones aunque no las entendamos, permitiendo que pueda hacer de cuando en cuando lo que quiere si no nocivo para la salud y distrayendo al menor con otra cosa.
Otras formas de prevención que vale la pena tener en cuenta son: intentar evitar los problemas, ser pacientes y flexibles y tener expectativas positivas de nuestros hijos.
Una solución, cuando el niño ya tiene lenguaje es utilizar la técnica de los tres pasos: comprensión, educación y elección.

miércoles, 5 de septiembre de 2012

Crímenes / Ferdinand Von Schirach

SCHIRACH, Ferdinand von. Crímenes. Barcelona: Salamandra, 2011

Primera obra literaria de Ferdinand von Schirach, esta serie de relatos basados en la experiencia profesional de este reputado jurista alemán fue la revelación editorial y uno de los mayores éxitos de los últimos años en su país. Además de obtener el prestigioso Premio Kleist, Crímenes mereció un torrente de elogiosos comentarios de la crítica y ocupó durante casi un año las listas de libros más vendidos.
Cerca de setecientos casos desde que inició su carrera de abogado penalista en Berlín son el bagaje de vivencias que Von Schirach ha transformado, con un aguzado instinto narrativo, en una obra literaria de atmósfera cautivadora.
El lenguaje sobrio y conciso de la búsqueda de la verdad judicial subraya la atención que Schirach fija en los crímenes cometidos por individuos corrientes, dejando que los hechos expongan la realidad con toda su crudeza.
Profundamente original, revelador y lleno de matices, Crímenes plantea el fascinante tema de la escurridiza verdad en los procesos criminales y reflexiona sobre el sentido del castigo, pero, por encima de todo, nos habla con proximidad del ser humano, de su miseria y también de su grandeza.
A la mañana siguiente volvió al lago. Creyó que le resultaría fácil ahogarse, pero no lo logró. Cuando subió de nuevo a la superficie, abrió la boca y se le llenaron los pulmones de oxígeno. Permaneció en el agua, desnuda; no había más que los árboles de la orilla, el cañaveral y el cielo. Entonces gritó. Gritó hasta que no pudo más, gritó contra la muerte y la soledad y el dolor. Sabía que iba a sobrevivir, pero también que aquel había dejado de ser su país.
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En las novelas policíacas, el culpable confiesa en cuanto se le pegan cuatro gritos; en la vida real no resulta tan sencillo. Y si un hombre con un cuchillo ensangrentado en la mano aparece inclinado sobre un cadaver, entonces es el asesino. Ningún policía con dos dedos de frente pensaría que el hombre pasaba casualmente por ahi y extrajo el cuchillo del cadáver para ayudar. Aquella frase de un comisario que afirma que la solución es demasiado simple es un invento de los guionistas. Lo contrario sí es verdad. Lo que es evidente es probable. Y, casi siempre, también correcto.