miércoles, 3 de abril de 2019

Los señores del tiempo / Eva Garcia Saenz de Urturi

GARCIA SAENZ DE URTURI, E. Los señores del tiempo. Planeta, 2018

Vitoria, 2019. Los señores del tiempo, una épica novela histórica ambientada en el medievo, se publica con gran éxito bajo un misterioso pseudónimo: Diego Veilaz.

Victoria, 1192. Diago Vela, el legendario conde don Vela, retorna a su villa después de dos años en una peligrosa misión encomendada por el rey Sancho VI el Sabio de Navarra y encuentra a su hermano Nagorno desposado con la que era su prometida, la noble e intrigante Onneca de Maestu.

Unai López de Ayala, Kraken, se enfrenta a unas desconcertantes muertes que siguen un modus operandi medieval. Son idénticas a los asesinatos descritos en la novela Los señores del tiempo: un envenenamiento con la «mosca española» ―la Viagra medieval―, unas víctimas emparedadas como se hacía antaño en el «voto de tinieblas» y un «encubamiento», que consistía en lanzar al río a un preso encerrado en un tonel junto con un gallo, un perro, un gato y una víbora.

Las investigaciones llevarán a Kraken hasta el señor de la torre de Nograro, una casa-torre fortificada habitada ininterrumpidamente desde hace mil años por el primogénito varón. Pero el reverso de tanta nobleza es la tendencia de los señores de la torre a padecer el trastorno de identidad múltiple, un detalle que arrastrará a Estíbaliz a vivir una arriesgada historia de amor.

Unai López de Ayala acabará descubriendo que Los señores del tiempo tiene mucho que ver con su propio pasado. Y ese hallazgo cambiará su vida y la de su familia.

Nunca olvidaré cómo miraba aquella chica el ataúd de MatuSalem. 
Esa incredulidad.
La quise mía.
La quise mía porque si pudiese volver a mirar así a la muerte significaría que no estaba acostumbrado a perder a tantos que ya no estaban. 
***
[...] la Madre Tierra os protegió. Ella es otra diosa. La más importante, de hecho. Su nombre primigenio en estas tierras era Lur. Y a Lur le gusta tejer por las noches, subida a la Luna cuando está menguando. Es una hilandera del destino, teje los hilos del destino.
[...]
-Es lo que nos une a los tres, lo que nos convierte en familia. Se puede estirar, acortar o anudar, pero nunca se puede romper: Lur no lo permitiría. Ahora nos las vamos a colocar los tres y nuestras hebras van a quedar conectadas para siempre. Nunca te la quites. Si un día estás triste, acaríciala y piensa que papá y mamá también llevan una y que todos nos vamos a cuidar. Es lo que hacen las familias.
Alba me miró con una sonrisa, creo que un poco conmovida. Les coloqué las pulseras, me encantaba ver nuestras muñecas uniformadas. 
***