BARREAU, N. La sonrisa de las mujeres. Barcelona: Espasa, 2012.
Paris y su magia. Una cocinera encantadora y su pequeño restaurante. Un libreo y su misterioso autor.
En
París, de vez en cuando, llueve a cántaros y sopla el viento del norte tan
fuerte que parece no haber resquicio donde refugiarse. Como cuando las
borrascas llegan al corazón y no sabemos cómo ni dónde esperar a que escampe.
Para
Aurélie las casualidades no existen. Una tarde, más triste que nunca, se
refugia en una librería y en un libro. Arrebujada en sus páginas, Aurélie
reencuentra la sonrisa que creía haber perdido para siempre. Y muchas cosas
más.
«Su
libro me ha encantado, me ha entusiasmado, me ha hecho reír, y es sencillo y
está lleno de sabiduría al mismo tiempo. En una palabra: su libro me hizo
feliz»
EL LIBRO QUE ESTÁ
ENAMORANDO A EUROPA
Hay cosas que hacemos y cosas que nunca haríamos... o que sólo haríamos en determinadas circunstancias. Cosas ante las cuales los demás se ríen, sacuden la cabeza, se sorprenden.
Cosas singulares que sólo con pertenecen a nosotros.
Yo, por ejemplo, colecciono reflexiones. En mi dormitorio hay una pared llena de papeles de colores con reflexiones que he recogido para que, en su fugacidad, no se pierdan. Reflexiones sobre conversaciones escuchadas sin querer en un café, sobre los rituales y por qué son tan importantes, reflexiones sobre los besos en el parque por la noche, sobre el corazón y las habitaciones de hotel, sobre las manos, los bancos del jardín, la fotos, sobre los secretos y cuándo se revelan, sobre la luz en los árboles y sobre el tiempo cuando se detiene.
Mis pequeñas notas se agarran al papel pintado como mariposas tropicales, momentos capturados que no tienen otra misión que permanecer a mi lado, y cuando abro el balcón y una suave corriente de aire barre la habitación tiemblan un poco, como si quisieran echar a volar.
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No siempre era una ventaja trabajar en un sector que vivía exclusivamente de palabras, historias e ideas, y había habido momentos de mi vida en los que me habría gustado tener algo más palpable, más real, más monumental, algo que se creara con las manos, como hacer una estantería de madera o un puente, algo que fuera más materia y menos espíritu.