MILLAS, J.J. La mujer loca. Barcelona: Seix Barral, 2014
Julia trabaja en una pescadería y de noche estudia gramática porque está enamorada de su jefe, que en realidad es filólogo. En sus ratos libres, la joven ayuda en el cuidado de una enferma terminal, Emérita, en cuya casa coincide con Millás, que está haciendo un reportaje sobre la eutanasia. Durante sus visitas, el escritor se siente atraído por la idea de novelar la vida de Julia, aunque para lograrlo deberá enfrentarse a su bloqueo creativo con la ayuda de una psicoterapeuta.
La realidad trastoca los planes del escritor cuando Emérita revela un secreto que ha guardado celosamente toda su vida. Lo que había comenzado como una crónica periodística se convierte entonces en una suerte de novela en la que él se verá involucrado como personaje.
El mejor Juan José Millás regresa a la novela con La mujer loca, una historia en la que el lector habrá de decidir qué es verdadero y qué es falso, una investigación sobre los límites de la realidad y la ficción en una obra que condensa la esencia del maestro de la extrañeza: humor inteligente, diálogos excepcionales y una escritura provocativa. Un ejercicio de honestidad con el que afronta sus cuitas como autor desde la verosimilitud de la pura ficción.
Para aliviar el desasosiego consecuente y ocupar los espacios que le dejaban libre los afanes del día a día, comenzó la escritura de un "Diario de la vejez", pues habiendo cumplido ya la edad en la que los otros se jubilan, tanto su cuerpo como su cabeza sufrían los quebrantos propios de la edad madura. Quizá la observación de estos desórdenes, pensó, tuviera algún valor retórico. El diario, lejos de atenerse a la literalidad de los hecho, mezclaba lo que le ocurrían con lo que se le ocurría, otorgando a aquello y esto el mismo rango, igual que cuando se describe un sueño como si hubiera sucedido o un hecho como si se hubiera soñado.
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[...] el amor es la prótesis más espectacular inventada por el ser humano. Serafín han cubierto su amputación queriéndome. Yo no he visto el amor en mí, lo he visto en los demás, y te aseguro que observado desde fuera, con la curiosidad de un.. ¿cómo se llaman estos de los insectos?
- Entomólogos.
-...de un entomólogo; si observas el amor así, con lupa, incluso al microscopio, te juro que se trata de un mecanismo perfecto y sólido, como el acero inoxidable. El amor tiene la precisión de una balanza de laboratorio. No hay herramienta tan exacta como él.
- Pero si has necesitado verlo en los demás, la amputada serías tú.
- Olvídate de los razonamientos. Yo no estaba amputada porque el amor no formaba parte de mi constitución física como no formaba parte de mi constitución física un tercer brazo.
[...]
-Yo no habría hecho por Serafín ni la mitad de lo que él ha hecho por mi, porque yo no dispongo de esa capacidad para el amor como no dispongo de un tercer brazo. Pero es admirable, créeme, lo que es capaz de hacer con ese tercer brazo que llamamos amor la gente que lo tiene.
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