miércoles, 23 de febrero de 2011

Cuatro días de enero / Jordi Sierra i Fabra

Cuatro días de enero / Jordi Sierra i Fabra. -- Barcelona : Plaza & Janés, 2008

El 22 de enero de 1939 el Gobierno de la República abandona Barcelona dejándola a su suerte y a merced de Franco y sus tropas. Durante cuatro días, en medio de una huida hacia el exilio por parte de los vencidos, la ciudad se convierte en un caos fantasmal bajo el peso de la derrota, el hambre y el miedo. En este marco el inspector Miquel Mascarell, que no puede huir a causa de que su esposa está enferma, se enfrenta al último caso de su carrera, el de la hija de una prostituta, una adolescente violentamente asesinada. En estos cuatro días, a pie por la ciudad desesperada, buscará a un asesino y descubrirá que los viejos fascistas escondidos están regresando a sus casas y a sus vidas, dispuestos para la venganza.
Con un documentado trasfondo histórico que recrea fielmente la realidad de ese momento, Cuatro días de enero es la novela de una resistencia al límite y la voluntad de supervivencia de todo ser humano ante la adversidad.

Aspiró y expulsó el aire de sus pulmones con avidez. En sus ojos aleteó una sombra peor que la del hambre o la rebeldía mal satisfecha. La del amor no correspondido. Una mezcla de tristeza y dolor invisible, que es el peor de los dolores, el del alma.
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Tanta energía, tanto amor, tanto entusiasmo por las pequeñas cosas de la vida, a la que únicamente había pedido justo lo que la vida le había negado: salud y ver crecer a su hijo. Casi era un desperdicio. Si la palabra injusticia tenía un sentido, ella era la prueba de su sinrazón.
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Unos pocos pasos más, en silencio. La mano con la que ella se aferraba a su brazo a veces le hacía daño, por la crispación. Era más que un apoyo. Era un punto de contacto con el presente, a espaldas del pasado y lejos del futuro que volvía a ser incierto para ella.
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Uno de los problemas de hoy es que los necios y los fanáticos están siempre seguros de sí mismos, mientras que los sabios están llenos de dudas.

viernes, 18 de febrero de 2011

Crimen en directo / Camilla Läckberg

Crimen en directo / Camilla Läckberg. -- Madrid : Maeva, 2010

Erica y Patrik están plenamente volcados en los preparativos de su inminente boda, cuando el alcalde del idílico pueblo de Tanum anuncia la llegada de un equipo de televisión para filmar un reality-show bastante escandaloso que supuestamente debería reportar jugosos beneficios a la población.
Pocos días después, Patrik y su nueva compañera Hanna Kruse, la cual se acaba de incorporar a la comisaría, deben investigar la muerte de una mujer, victima de un accidente de tráfico
. Aparentemente la conductora había bebido demasiado y perdió el control del vehículo, pero a Patrick le llaman la atención unas extrañas marcas en el cuello de la víctima.
Muy pronto descubren que existe una misteriosa relación entre este caso y otros asesinatos que tuvieron lugar en el pasado en distintos lugares de Suecia. Al lado de todos los cuerpos se encontró una página del cuento infantil "Hansel y Gretel", pero los crímenes nunca quedaron resueltos.

La biblioteca estaba tranquila y silenciosa aquel lunes por la mañana [...] No había nadie en el mostrador cuando entró, pero, después de llamar en voz baja, apareció de detrás de las estanterías la bibliotecaria de Tanumshede.
-¡Hola! ¿Tú por aqui?- preguntó Jessica sorprendida encarcando una ceja. Patrick se dio cuenta de que hacía bastante tiempo que no ponía un pie en la biblioteca. Desde que acabó el instituto, más o menos, aunque se abstuvo de calcular cuántos años hacía de eso. En cualquier caso, Jessica aún no era la bibliotecaria, puesto que tenían la misma edad.
- Hola, si, ya. Me preguntaba si podrías ayudarme con un asunto.- Patrick dejó la carpeta en la mesa que había delante del mostrador de préstamo y sacó las fundas de plástico que protegían las páginas. Jessica se acercó curiosa para verlas. Era alta y delgada y tenía una melena de color castaño claro que ahora llevaba recogida en una práctica cola de caballo. Un par de gafas descansaban sobre la punta de su nariz, y Patrick no pudo por menos de preguntarse si serían adminículo obligatorio en los estudios de biblioteconomía.
-Claro, dime, ¿qué necesitas?- se interesó Jessica.
-Tengo aquí una serie de páginas de un cuento infantil -expuso Patrick señalando las hojas-. Quería saber si hay algún modo de averiguar de dónde o, más bien, de quién son estas páginas.
Jessica se encajó las gafas en la base de la nariz y sacó las hojas con cuidado para examinarlas. Las colocó una al lado de la otra, pero luego las cambió se sitio.
-Ahora están en orden -dijo satisfecha.

*****
-¿La echas de menos?- preguntó Anna. Dan fingió no haberla entendido.
[...]
-No, creo que puedo decir sinceramente que ya no -dijo al fin-. Antes sí, pero no estoy seguro de que la echase de menos a ella, sino más bien lo que teníamos... como familia, no sé si me explico.
-Si y no -respondió Anna con una súbita expresión de infinita pena.- Creo que quieres decir que echabas de menos el día a día, la seguridad, lo predecible. Yo eso jamás lo tuve con Lucas. Nunca jamás. Pero, en medio del miedo y, más tarde, del terror auténtico, tengo la sensación de que eso era lo que yo añoraba también. Un poco de rutina de lunes. Un poco de vida predecible. Lo cotidiano.
Dan puso su mano sobre la de ella.
-No tienes por qué hablar de ello.