miércoles, 27 de abril de 2011

Kafka en la orilla / Haruki Murakami

Kafka en la orilla / Haruki Murakami.-- Barcelona: Tusquets, 2006

Kafka Tamura se va de casa el día en que cumple quince años. La razón, si es que la hay, son las malas relaciones con su padre, un escultor famoso convencido de que su hijo habrá de repetir el aciago sino del Edipo de la tragedia clásica, y la sensación de vacío producida por la ausencia de su madre y su hermana, a quienes apenas recuerda porque también se marcharon de casa cuando era muy pequeño. El azar, o el destino, le llevarán al sur del país, a Takamatsu, donde encontrará refugio en una peculiar biblioteca y conocerá a una misteriosa mujer mayor, tan mayor que podría ser su madre, llamada Saeki. Si sobre la vida de Kafka se cierne la tragedia –en el sentido clásico–, sobre la de Satoru Nakata ya se ha abatido –en el sentido real–: de niño, durante la segunda guerra mundial, sufrió un extraño accidente que lo marcaría de por vida. En una excursión escolar por el bosque, él y sus compañeros cayeron en coma; pero sólo Nakata salió con secuelas, sumido en una especie de olvido de sí, con dificultades para expresarse y comunicarse... salvo con los gatos. A los sesenta años, pobre y solitario, abandona Tokio tras un oscuro incidente y emprende un viaje que le llevará a la biblioteca de Takamatsu. Vidas y destinos se van entretejiendo en un curso inexorable que no atiende a razones ni voluntades. Pero a veces hasta los oráculos se equivocan.

Cuando, por fin, las tres carpetas se hubieron consumido completamente bajo la acción del fuego, Hoshino aplastó con los pies la ceniza, la redujo a polvo. A la que soplara el viento, aquel polvo se irá esparciendo por las inmediaciones. Se acercaba el anochecer y se veía a los cuervos volar hacia sus nidos.
-¡Eh, abuelo! Ahora ya nadie podrá leer los papeles, ¿eh?- dijo Hoshino-. No sé qué debió de escribir en ellos, pero ya hemos acabado con todos. Una cosa con forma ha desaparecido de este mundo y ha pasado a incrementar la nada.
- Señor Hoshino
-¿Qué?
- Me gustaría preguntarle una cosa.
-Dime.
-¿La nada se incrementa?
Hoshino se quedó desconcertado unos instante y, luego, reflexionó sobre ello.
- Eso es muy complicado -dijo-. Que si se incrementa la nada, ¿eh? Mira. Volver a la nada significa convertirse en cero. Y si al cero le añades otro cero, pues resulta cero.
-Nakata no lo entiende bien.
-Pues Hoshino tampoco. Además, al pensar en esas cosas me entra dolor de cabeza.
-Entonces dejemos de pensar en ello
-Aplaudo la idea -dijo el joven-. En fin. Sea como sea, los papeles ya se han quemado. Todas las palabras que había escritas han desaparecido, sin quedar ni una. Han vuelto a la nada. Esto es lo que yo quería decir.

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-La entrada a la biblioteca es libre. Si quieres leer un libro, puedes cogerlo y llevártelo a la sala de lectura. Ahora bien, por lo que respecta a los ejemplares valiosos que llevan un sello rojo, antes de leerlos tienes que rellenar una solicitud. A tu derecha está el archivo. En él encontrarás ficheros de tipo manual y ordenadores. Si los necesitas, puedes utilizarlos libremente. No se efectúa préstamo de libros. No hay revistas ni periódicos. Está prohibido hacer fotografías. Está prohibido hacer fotocopias. Si quieres comer o beber ago, puedes hacerlo sentado en un banco del jardín. La biblioteca cierra a las cinco de la tarde.