SAFIER, D. Maldito karma. Barcelona: Seix Barral, 2009
La presentadora de televisión Kim Lange está en el mejor momento de su
carrera cuando sufre un accidente y muere aplastada por el lavabo de una
estación espacial rusa. En el más allá, Kim se entera de que ha
acumulado mal karma a lo largo de su vida: ha engañado a su marido, ha
descuidado a su hija y ha amargado a cuantos la rodean. Pronto descubre
cuál es su castigo: está en un agujero, tiene dos antenas y seis patas
¡es una hormiga! Kim no tiene ganas de ir arrastrando migas de pastel.
Además, no puede permitir que su marido se consuele con otra. Sólo le
queda una salida: acumular buen karma para ascender por la escalera de
la reencarnación y volver a ser humana. Pero el camino para dejar de ser
un insecto y convertirse en un ser bípedo es duro y está plagado de
contratiempos.
Siempre pensé que lo de "morir porque te han roto el corazón" era un mito, igual que "el único amor verdadero". Pero yo me desplomé de verdad ante el altar. Y, como para un perro sólo se pide una ambulancia con desfibrilador en contadísimas ocasiones, la palmé en la misma iglesia.
... mi pulso comenzó a acelerarse. Una parte de mí esperaba que Kohn me viera. Otra parte rezaba para que incluso se sentara conmigo. Pero la mayor parte de mí se preguntaba cómo podía acallar de una vez a las otras dos partes, estúpidas y cargantes que me complicaban la vida.
domingo, 17 de junio de 2012
sábado, 2 de junio de 2012
La sombra de la sirena / Camilla Läckberg
LÄCKBERG, C. La sombra de la sirena. Madrid: Maeva, 2012.
Se inclinó hacia delante y observo a su mujer. Una vez más, tomó conciencia de lo guapa que era. Recordó la primera vez que lo visitó en la comisaría, cuando el asesinato de su amiga Alexandra Wijkner, y pensó que, desde entonces, se había puesto más guapa todavía. A veces se le olvidaba, con el trajín de la vida cotidiana, cuando pasaban los días, uno tras otro, entre el trabajo, ir y venir de la guardería, la compra, las noches en el sofá, agotados delante del televisor. Pero de vez en cuando caía en la cuenta con toda lucidez, de hasta que punto el amor que sentía por ella estaba lejos de ser mediocre y cotidiano. Y ahora que la tenía allí, en el despacho, con el sol de invierno realzando el rubio de su melena y embarazada de sus dos hijos, lo sentía tan fuerte que supo que aquellos instantes durarían toda la vida.
****
Estaba en casa, delante del ordenador, buscando información en Internet. Ponía todo su empeño en concentrarse, pero no había forma, era obvio que resultaba imposible, con dos pares de piececillos dando patadas en la barriga. Y le costaba controlar sus pensamientos. La inquietud. Los recuerdos de la primera época con Maja, que lejos estuvo de la felicidad de color rosa que ella había imaginado. Cuando Erica pensaba en aquellos meses, tenía la sensación de que era como un agujero negro en el tiempo, y ahora le esperaba el doble de lo mismo...
****
De vez en cuando, notaba como si le ardiese de escozor todo el cuerpo y le costaba quedarse quieto en la silla. Por eso andaba entre las estanterías, devolviendo a su sitio los libros que habían ido a parar al lugar equivocado, colocando los lomos de los libros para que formasen hileras perfectas.
Un hombre desparece en Fjällbacka sin dejar
rastro. Pese a que Patrik Hedström y sus colegas de la policía han hecho cuanto
han podido para encontrarlo, nadie sabe si está vivo o muerto. Al cabo de tres
meses, lo encuentran finalmente congelado en el hielo. Cuando averiguan que el
escritor Christian Thydell, uno de los amigos de la víctima, lleva más de un año
recibiendo cartas anónimas plagadas de amenazas, todo se complica.
Christian trata de restarle importancia, pero su
amiga Erica Falck, quien lo ayudó en la escritura de su primera y exitosa
novela, La sombra de la sirena, es consciente del peligro. La policía no tarda
en comprender que el asesinato y las cartas están relacionados.
Alguien odia a Christian profundamente, y ese
alguien parece que no dudará en cumplir sus amenazas…
Se inclinó hacia delante y observo a su mujer. Una vez más, tomó conciencia de lo guapa que era. Recordó la primera vez que lo visitó en la comisaría, cuando el asesinato de su amiga Alexandra Wijkner, y pensó que, desde entonces, se había puesto más guapa todavía. A veces se le olvidaba, con el trajín de la vida cotidiana, cuando pasaban los días, uno tras otro, entre el trabajo, ir y venir de la guardería, la compra, las noches en el sofá, agotados delante del televisor. Pero de vez en cuando caía en la cuenta con toda lucidez, de hasta que punto el amor que sentía por ella estaba lejos de ser mediocre y cotidiano. Y ahora que la tenía allí, en el despacho, con el sol de invierno realzando el rubio de su melena y embarazada de sus dos hijos, lo sentía tan fuerte que supo que aquellos instantes durarían toda la vida.
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Estaba en casa, delante del ordenador, buscando información en Internet. Ponía todo su empeño en concentrarse, pero no había forma, era obvio que resultaba imposible, con dos pares de piececillos dando patadas en la barriga. Y le costaba controlar sus pensamientos. La inquietud. Los recuerdos de la primera época con Maja, que lejos estuvo de la felicidad de color rosa que ella había imaginado. Cuando Erica pensaba en aquellos meses, tenía la sensación de que era como un agujero negro en el tiempo, y ahora le esperaba el doble de lo mismo...
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De vez en cuando, notaba como si le ardiese de escozor todo el cuerpo y le costaba quedarse quieto en la silla. Por eso andaba entre las estanterías, devolviendo a su sitio los libros que habían ido a parar al lugar equivocado, colocando los lomos de los libros para que formasen hileras perfectas.
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