Inglaterra, 1972. En plena Guerra Fría la joven estudiante Serena Frome es reclutada en Cambridge por el MI5. Su misión: crear una fundación para ayudar a novelistas prometedores, pero cuya verdadera finalidad es generar propaganda anticomunista. Y en su vida dominada por el engaño entra Tom Healy, joven escritor del que acabará enamorándose. Hasta que llega el momento en que tiene que decidir si seguir con su mentira o contarle la verdad... Esta deslumbrante narración atrapa y sorprende al lector con sucesivas vueltas de tuerca en las que realidad y ficción se funden y confunden. Con extraordinaria sutileza psicológica, una trama trepidante y momentos de fina ironía, Ian McEwan demuestra una vez más que es un maestro consumado del arte de la novela.
Mi cama, que más o menos ocupaba la mitad del espacio de la habitación, estaba desvencijada y tenía una cabecera chapada en nogal y un colchón blando como una ciénaga. Cubría la cama una colcha mohosa de chenilla amarilla. La llevé un par de veces a la lavandería, pero nunca se desprendió por completo de un olor íntimo y pegajoso, de perro quizá, o de un ser humano muy infeliz.
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Durante nuestro idilio veraniego Tony solía reñirme por dejar por la casa libros abiertos y boca abajo. Les estropeaba el lomo y hacía que se abriesen por una página determinada, lo cual constituía una intrusión aleatoria e irrelevante en las intenciones del escritor y las opiniones de otro lector. Y entonces me regaló un marcador.
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Esa noche juega con los niños, limpia con ellos la jaula del hámster, les pone el pijama y les lee un cuento tres veces seguidas, una a los dos juntos, otra sólo a Jake y otra a Naomi. Es en momentos así cuando su vida tiene sentido. Qué relajante es el olor de la ropa de cama limpia y el aliento a menta de la pasta de dientes, y el afán de sus hijos por oír las aventuras de seres imaginarios, y qué conmovedor ver cómo se les cierran los ojos mientras luchan por aferrarse a los últimos minutos inestimables del día, y finalmente observar cómo se rinden.